Porque el gran causante de la
crisis actual, no es ni más ni menos, que una de las mejores películas rodadas
durante el siglo XXI en nuestra humilde opinión, tres dígitos: 300. En el año
2007, Zack Snider y Frank Miller realizaban una apasionante adaptación del
comic de este último que encantaba a público y crítica casi por igual. Si bien
debemos remarcar, que la película a diferencia de lo que desgraciadamente
desconocen algunos, es una adaptación como ya hemos dicho de la novela gráfica
de Frank Miller y no un relato ligeramente histórico de lo ocurrido. Es por
este motivo, que 300 es una gran película, la estética y argumento que impregna
tanto la obra de Miller como su posterior adaptación cinematográfica no tiene
comparación con ninguna otra película, lo cual la convirtió en única al
instante (junto con la versión cinematográfica de otro de los grandes éxitos de
Miller, Sin City).
Por supuesto, esto se convirtió
en un problema en el mismo momento en el que a los productores de Hollywood se
les pusieron las pupilas con forma del signo del dólar y vieron cual era la
gallina de los huevos de oro. Millones de adolescentes y algunos no tan
adolescentes, enloquecidos por la testosterona y las hormonas, totalmente
alucinados por la película de Snyder exigían más y más de este género. Por
supuesto, no se les defraudó. Es así como comienza a salir películas de
estéticas muy similares a las de 300, que imitan su vocabulario, sus filtros,
el amor por el croma reinventado y readaptado a los tiempos modernos.
Personajes ciclados y musculosos que se pasan dos horas de película con el
entrecejo fruncido y mirando al malo de la película con ojos que dicen: “Sabes
que vas a pillar”, y al final evidentemente pilla.
De forma que, por un lado tenemos
la serie de televisión Spartacus, en la que podemos observar una estética que
sería calcada a la de 300 si no fuera porque en este caso, los creadores de la
serie no saben hacerla. Los planos de lucha y sangre se convierten en cortinillas
de fondo rojo que prácticamente nos trasladan a los dibujos japoneses de Speedracer, pero como ya hemos dicho,
mal hecho. El guión, que ya era bastante estúpido de primeras es destruido
totalmente en el capítulo tres aproximadamente, de modo que el resto que nos
queda de serie se resume en golpes de espadas y escenas de sexo sin ningún
aparente hilo conductor.
La crisis de ideas Hollywoodiense
de la que veníamos hablando, no se contentaba con realizar otra adaptación
pésima de la gran historia del esclavo que se revela contra el Imperio Romano,
de modo que nos pasamos al paraíso de los remakes.
En esta ocasión será Furia de Titanes,
película del año 1981, que hizo las delicias de jóvenes apasionados del cine
fantástico en aquella época. En el año 2010 se estrenaba la nueva adaptación en
la que, si en la original ya se modificaba el mito, en esta ocasión no parece
que exista tal cosa y los creadores deciden inventarse el argumento, alejándolo
del mito y la película originales para acercarlo peligrosamente al plagio del
videojuego Gods of War. Perseo es un
joven atormentado por la muerte de sus padres a mano de los dioses y decide
acabar con ellos con su ceño fruncido y su mirada iracunda a puro golpe de
espada, acompañado de una serie de compañeros que no sabemos si están confusos
porque no entienden por qué acompañan a Perseo o, como nosotros, no entienden
el argumento de la película, uno de ellos un curioso mago/rama que no estamos
muy seguros de su origen. Por supuesto todo mezclado con unos efectos sinceramente
alucinantes que hacen las delicias de los espectadores si no es porque algunos
continúan preguntándose por el enigma de la existencia del personaje mago/rama.
En definitiva lo más alucinante de esta película es que se haya realizado una
secuela (Ira de Titanes).
Perseo frunciendo el ceño |
Por último llegamos, a la que
personalmente consideramos que puede ser la joya de la corona dentro de las
aberraciones Hoollywoodienses a los mitos griegos, a la espera de ver la
secuela de la anteriormente mencionada: Immortals. En esta ocasión y dado que
entendemos que Perseo y Hércules deben de estar muy gastados, es Teseo el que
decide probar suerte en el mundo del cine y, dado que aparentemente su mito es
demasiado aburrido, los creadores de Immortals
deciden reinventarse su historia y punto y final. A continuación me
encantaría comentar el argumento de Immortals para poder discernir las
intenciones del director y los guionistas pero, si he de ser sincero, no me
quedó muy claro. El resumen es, que en esta ocasión es el malo el que quiere
acabar con los dioses y Teseo se alza como defensor de estos, mientras Zeus les
repite a sus compañeros que no pueden ayudar al humano.
El objetivo de todo es
un arco que puede soltar a los titanes los cuales por supuesto acabarían con la
humanidad. De modo que Teseo se ve arrastrado a lo largo de una veintena de
giros sin sentido de guión hasta acabar rodeado de compañeros cuya naturaleza
se nos escapa y comandando un ejército que tampoco conseguimos discernir muy
bien de donde sale. Paradójicamente, en esta ocasión la estética que trata de
llevar a cabo Tarsem Singh imita la de la aclamada por todos 300, si bien va un paso más allá
introduciendo cámaras lentas en planos laterales, creando atisbos de una buena
fotografía que se podrían apreciar de no ser por que vienen envueltos en la
basura que viene a ser esta película. El gran enigma que se nos plantea con
esta película, es que demonios hace John Hurt actuando ella.
Mago/rama con Perseo |
Ejemplo de la fotografía de la película Inmortals. |