miércoles, 2 de mayo de 2012

Cuando el Olimpo se mudó a Hollywood (II)


Porque el gran causante de la crisis actual, no es ni más ni menos, que una de las mejores películas rodadas durante el siglo XXI en nuestra humilde opinión, tres dígitos: 300. En el año 2007, Zack Snider y Frank Miller realizaban una apasionante adaptación del comic de este último que encantaba a público y crítica casi por igual. Si bien debemos remarcar, que la película a diferencia de lo que desgraciadamente desconocen algunos, es una adaptación como ya hemos dicho de la novela gráfica de Frank Miller y no un relato ligeramente histórico de lo ocurrido. Es por este motivo, que 300 es una gran película, la estética y argumento que impregna tanto la obra de Miller como su posterior adaptación cinematográfica no tiene comparación con ninguna otra película, lo cual la convirtió en única al instante (junto con la versión cinematográfica de otro de los grandes éxitos de Miller, Sin City).



Por supuesto, esto se convirtió en un problema en el mismo momento en el que a los productores de Hollywood se les pusieron las pupilas con forma del signo del dólar y vieron cual era la gallina de los huevos de oro. Millones de adolescentes y algunos no tan adolescentes, enloquecidos por la testosterona y las hormonas, totalmente alucinados por la película de Snyder exigían más y más de este género. Por supuesto, no se les defraudó. Es así como comienza a salir películas de estéticas muy similares a las de 300, que imitan su vocabulario, sus filtros, el amor por el croma reinventado y readaptado a los tiempos modernos. Personajes ciclados y musculosos que se pasan dos horas de película con el entrecejo fruncido y mirando al malo de la película con ojos que dicen: “Sabes que vas a pillar”, y al final evidentemente pilla.

De forma que, por un lado tenemos la serie de televisión Spartacus, en la que podemos observar una estética que sería calcada a la de 300 si no fuera porque en este caso, los creadores de la serie no saben hacerla. Los planos de lucha y sangre se convierten en cortinillas de fondo rojo que prácticamente nos trasladan a los dibujos japoneses de Speedracer, pero como ya hemos dicho, mal hecho. El guión, que ya era bastante estúpido de primeras es destruido totalmente en el capítulo tres aproximadamente, de modo que el resto que nos queda de serie se resume en golpes de espadas y escenas de sexo sin ningún aparente hilo conductor.

La crisis de ideas Hollywoodiense de la que veníamos hablando, no se contentaba con realizar otra adaptación pésima de la gran historia del esclavo que se revela contra el Imperio Romano, de modo que nos pasamos al paraíso de los remakes. En esta ocasión será Furia de Titanes, película del año 1981, que hizo las delicias de jóvenes apasionados del cine fantástico en aquella época. En el año 2010 se estrenaba la nueva adaptación en la que, si en la original ya se modificaba el mito, en esta ocasión no parece que exista tal cosa y los creadores deciden inventarse el argumento, alejándolo del mito y la película originales para acercarlo peligrosamente al plagio del videojuego Gods of War. Perseo es un joven atormentado por la muerte de sus padres a mano de los dioses y decide acabar con ellos con su ceño fruncido y su mirada iracunda a puro golpe de espada, acompañado de una serie de compañeros que no sabemos si están confusos porque no entienden por qué acompañan a Perseo o, como nosotros, no entienden el argumento de la película, uno de ellos un curioso mago/rama que no estamos muy seguros de su origen. Por supuesto todo mezclado con unos efectos sinceramente alucinantes que hacen las delicias de los espectadores si no es porque algunos continúan preguntándose por el enigma de la existencia del personaje mago/rama. En definitiva lo más alucinante de esta película es que se haya realizado una secuela (Ira de Titanes).

Perseo frunciendo el ceño


Por último llegamos, a la que personalmente consideramos que puede ser la joya de la corona dentro de las aberraciones Hoollywoodienses a los mitos griegos, a la espera de ver la secuela de la anteriormente mencionada: Immortals. En esta ocasión y dado que entendemos que Perseo y Hércules deben de estar muy gastados, es Teseo el que decide probar suerte en el mundo del cine y, dado que aparentemente su mito es demasiado aburrido, los creadores de Immortals deciden reinventarse su historia y punto y final. A continuación me encantaría comentar el argumento de Immortals para poder discernir las intenciones del director y los guionistas pero, si he de ser sincero, no me quedó muy claro. El resumen es, que en esta ocasión es el malo el que quiere acabar con los dioses y Teseo se alza como defensor de estos, mientras Zeus les repite a sus compañeros que no pueden ayudar al humano. 

El objetivo de todo es un arco que puede soltar a los titanes los cuales por supuesto acabarían con la humanidad. De modo que Teseo se ve arrastrado a lo largo de una veintena de giros sin sentido de guión hasta acabar rodeado de compañeros cuya naturaleza se nos escapa y comandando un ejército que tampoco conseguimos discernir muy bien de donde sale. Paradójicamente, en esta ocasión la estética que trata de llevar a cabo Tarsem Singh imita la de la aclamada por todos 300, si bien va un paso más allá introduciendo cámaras lentas en planos laterales, creando atisbos de una buena fotografía que se podrían apreciar de no ser por que vienen envueltos en la basura que viene a ser esta película. El gran enigma que se nos plantea con esta película, es que demonios hace John Hurt actuando ella.

Mago/rama con Perseo

Ejemplo de la fotografía de la película Inmortals.