miércoles, 21 de marzo de 2012

El deporte aún llora la Guerra de los Balcanes

Liubliana, cuatro de mayo de 1980, la capital de la actual Eslovenia era espectadora directa de la muerte de Josip Broz “Tito”, jefe de Estado yugoslavo desde la finalización de la II Guerra Mundial.


Lo que bien podría ser una simple efeméride de la historia contemporánea europea marcó un antes y un después en el deporte mundial. Mientras el mundo observaba con miedo y tensión el posible estallido de una nueva guerra mundial con la Guerra Fría, Yugoslavia sentaba las bases de lo que pudo ser y se quedó en el camino.

Josep Broz "Tito"
A mediados de la década de los ochenta empezaron a florecer las raíces de una generación de deportistas que difícilmente podrá ser repetida bajo unos mismos colores, las categorías inferiores de las selecciones yugoslavas de fútbol y baloncesto llamaban la atención de medio mundo y no es para menos, en pocos años pasaron de ocupar una segunda fila de aspirantes a ser la principal amenaza para la extinta URSS en cuanto a dominio de las competiciones continentales. Una rivalidad, de la que hablando estrictamente en términos deportivos, no nos dejaron disfrutar tanto como se merecía.


Situémonos en 1984, olimpiadas de verano de Los Ángeles, una jovencísima selección yugoslava de baloncesto liderada por el malogrado Drazen Petrovic alcanzaba la medalla de bronce. Una medalla que sirvió de aviso para el resto de naciones de lo que estaba por venir, mas podios en todas las competiciones en las que tomaron parte hasta que llegaron a 1989. Llegó la cita esperada por todo el pueblo yugoslavo, su Campeonato de Europa, disputado en Zagreb, con un aplastante dominio en el que su menor renta en todo el campeonato fue de 17 puntos y que permitió a un equipo que contaba con nombres como el anteriormente mencionado Petrovic, junto con Divac, Kukoc o Paspalj alzarse con el oro europeo.

Vlade Divac y Drazen Petrovic
Mientras tanto, el baloncesto no era el único deporte que otorgaba alegrías en Yugoslavia, dos años antes, en 1987 en Chile, la selección sub20 de fútbol se proclamaba campeona del mundo de la categoría. Un campeonato que contaba con jóvenes estrellas que pronto se darían a conocer al mundo como Moller, Sammer, el incombustible Keller o el colombiano Córdoba.


Y entre tanta estrella, una joven generación yugoslava crecía con paso firme demostrando su gran momento en el Mundial de Italia 90 donde fueron eliminados en cuartos de final por la a la postre subcampeona Argentina en la tanda de penaltis.


Un grupo de jugadores formado por Jarni, Boban, Suker, Mijatovic, Prosinecki, Stojkovic, Boksic, Mihaijlovic o Savicevic entre otros y de los que nunca sabremos que podrían haber llegado a conseguir en esa Eurocopa de 1992 que no les permitieron disputar.
Selección sub20 en el Mundial de 1987



Casi en el mismo tiempo en que aun se celebraba esa buena posición en el Mundial de fútbol, la selección de baloncesto lograba otro hito histórico. El equipo capitaneado por los NBA Petrovic y Divac lograba la victoria en Argentina. Una victoria que no se pudo saborear como se merecía. En plena celebración del titulo, un aficionado irrumpió con la bandera croata en signo de ensalzamiento del nacionalismo latente y en acto de intentar que no fuera a mas, Vlade Divac acudió al aficionado y le quitó la bandera. Este gesto fue tomado como una deshonra, aumentó las tensiones en Yugoslavia y causo un grave distanciamiento entre los miembros de la selección que se encontraban en dos bandos personificados en los que apoyaban a Divac (serbio) y a Petrovic (croata) grandes amigos hasta ese momento.


Otra prueba mas de la gran generación que emergió en esta época podría ser el balonmano, tanto a nivel de clubes como de selección. Unos años dorados en los que el dominio fue de nivel casi insultante, entre 1983 y 1988, la Metaloplastika de Sabac consiguió en la Copa de Europa dos triunfos, dos terceras plazas y un subcampeonato, algo que pocas veces un club ha conseguido. Además de ser el completo dueño de la liga local.

Metaloplastika Sabac
 
Pero en selecciones no iba a ser diferente, oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 y campeones del mundo en Suiza en 1986. Basic, Vujovic, Isakovic o Cvetkovic son algunos de los integrantes de esta maravillosa selección. 


Trece de mayo de 1990, en el estadio zagrebí Maksimir se tenía que disputar el clásico yugoslavo de fútbol entre el Dinamo Zagreb y el Estrella Roja. Un clásico que venía con una tensión añadida por el alzamiento al poder de Slobodan Milosevic en las elecciones generales celebradas con una semana de anterioridad y donde se puso de manifiesto la incomodidad de los estados federados que acabó destronando al comunismo en Yugoslavia.

El partido tuvo que ser suspendido al poco de su comienzo tras el salto de numerosos ultras serbios al campo con objeto de manifestar su odio ante los nacionalistas croatas que se encontraban en el otro lado de la grada cargados con botellas llenas de acido, que previamente les había valido para perforar las vallas que separaban las gradas del campo. Estos disturbios se cerraron con unas cifras nada creíbles de solo sesenta y ocho heridos y ningún muerto. Este enfrentamiento dio comienzo de forma no oficial a la Guerra de los Balcanes que sacudió la extinta Yugoslavia propiciando su desmembramiento en lo que ahora conocemos como Serbia, Montenegro, Croacia, Bosnia y Herzegovina y Macedonia.

Boban en una acción que provocó a ultras serbios
Finalmente, ya con la guerra dando sus primeros pasos, dos clubes yugoslavos aun pudieron dar una ultima alegría, tanto el Estrella Roja de fútbol como un expatriado Partizan de Belgrado de baloncesto se proclamaron campeones de Europa en sus respectivos deportes en 1991.

Esto es la crónica de una muerte anunciada, la unión entre los estados federados que “Tito” consiguió mantener varias décadas tenía fecha de caducidad, a pesar de los intentos por los diferentes jefes de gobierno de mantener dicha unión, y esa fecha fue el veinticinco de junio de 1991, día en que Eslovenia proclama su independencia unilateralmente.

Es difícil de imaginar lo que podrían haber llegado a conseguir estas selecciones con sus novedosos sistemas de juego que desarrollaban, un juego alegre, en el que sus integrantes daban rienda suelta a su enorme talento pero con la competitividad del aguerrido trabajador, de no ser por la guerra y los conflictos nacionalistas, pero lo único que nos queda es jugar a ser seleccionadores yugoslavos y conformar equipos de fantasía que solo hacen que ponernos los dientes largos.

Alineaciones de unas posibles selecciones actuales de fútbol y baloncesto

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